jueves, 30 de marzo de 2017

"La magia de los espejos" y otros ensayos de Francisco José Aguiar

Un canto para los cantores

Un cantor armado con su instrumento, de pie ante el mundo, es uno de los actos más heroicos que pueda registrarse. Dejo esto asentado pues siempre he creído, aunque suene muy rosa, que los cantores redimen a la humanidad. 

Daniel Nava

Unos terminan en plazas, en parques… y sin embargo, estos aparentes perdedores reivindican la belleza. Otros, se encumbran, son aclamados e inclusive, llegan a ser entes representativos de su época. Pero este canto va dedicado al cantor anónimo y al reconocido, no deja a ninguno afuera.  
Pensemos un momento en la divina locura de John Lennon…Lennon imaginó que todo el mundo podía compartir el mundo. Pensemos un momento en Víctor Jara insuflando vida hasta en las cosas yermas. Pensemos en Simón Díaz venerando la tonada. 
Conmueve la fuerza frágil de un hombre que canta, pues esa armonía, esa voz, puede trascender las barreras del espacio y del tiempo. Los tiranos pese al poder político, económico y militar desaparecen en un instante. Pero un cantor, como dice una afamada copla, ni muerto se calla. 
Quién puede decir que Facundo Cabral está muerto, quién puede decir que Bob Dylan morirá. Muchos omiten esta fuerza, de hecho, no la conocen y aunque puedan vivir sin poesía no necesariamente están vivos. La vida está en la firmeza de los hombres que, cual profetas, traen la buena nueva.
Por ello este canto es para ti, para aquel, y para todo el que se anime. 

Francisco José Aguiar





LA MAGIA DE LOS ESPEJOS
(A Guillermo Meneses)


Un espejo es un artículo insustituible para alquimistas, espiritistas y adivinos, y como comprendo que ficción y realidad en la literatura se funden. . . me valdré de ello para abordar su magia con algunos clásicos. No en orden cronológico ni de relevancia, sino en el orden en que mi corazón los ha acunado.  

Ilustración de Daniel Nava


*Si pienso en un escudo – espejo, pienso en la silueta de Medusa inmersa en el metal bruñido, en una mano que se levanta empuñando una espada (la de Perseo), para decapitar al monstruo petrificador de hombres.
*Narciso es interesante no por su belleza, sino por el lago – espejo. Narciso tiene la utilidad de un tesoro sumergido. 
*Una ciudad – espejo como el Macondo de Aureliano Babilonia: muestra que toda ciudad puede desaparecer sin dejar rastros.
*Si tomo a colación un portal – espejo tomaré el de Alicia. . . no sin antes aclarar que no todos los portales son azogues: los hay traslucidos. 
*Las Crónicas de Indias están plagadas de algo que me gusta llamar oro – espejo. Los aborígenes le intercambiaban a los europeos oro constante y sonante por cristales azogados. Tal era su fascinación. 
*El utensilio – espejo es el más común pero no hay que restarle importancia. Existe en diferentes formas y lo encontramos en tocadores, lavamanos, automóviles, en fin, en muchos lugares y sirve para que rostros como el de Frankenstein, el de Quasimodo, el de Helena o el de Cleopatra se enfrenten a ese juez pero bajo diversos veredictos. 
Siempre me han obsesionado los espejos, quizá porque tengo la necesidad de reflejar lo que soy, y si he abordado estos clásicos no es para desentrañar sus misterios. Desentrañar misterios nunca me ha interesado. Prefiero vivirlos. 

Francisco José Aguiar
Ilustración de Daniel Nava


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