viernes, 23 de marzo de 2018

Entrevista a Olbia Lula


Hola amigos de Artmega, hoy os acerco un poquito más a la obra y a la persona que hay tras el dulce impresionismo de Olbia Lula. He tenido la suerte de conocer a esta artista en persona y he de decir que desprende exactamente el mismo halo de melancólica serenidad que emana de cada una de sus obras. Un lujo para mi y para este sitio poder acercaros a la mujer cuyas manos crean arte.

Olbia Lula

  • Hola Olbia, encantada de tener la ocasión de conocer mejor la obra y la artista.


El placer es mío.

  • ¿Dónde naciste y a qué tierra te sientes más vinculada?


Nací en San Javier, Murcia. Mi padre era militar del Ejército del Aire y cuando yo nací, estaba destinado en la Academia General. Después vinieron otros destinos: Las Palmas, Sidi Ifni, Madrid y de nuevo las Palmas. Como puedes imaginar, tuve que adaptarme a los lugares y personas por donde iba pasando, y así lo hice; aunque algunos, marcaron más mi personalidad. Si es eso a lo que te refieres con lo de “vinculada”, sin duda, el lugar es Sidi Ifni y África en general.





  • ¿Tu afición a la pintura tiene su origen en tu ámbito familiar?¿Creciste entre artistas?


No. En casa no había pintores. Lo que sí hacía mi padre, cuando veía mis dibujos de colores, era animarme a que pintara más. Me había regalado unos Alpino y se jactaba de tener una artista en casa. Siempre lamentó no haber podido darme estudios de bellas artes. Eso lo hice yo más tarde, pero para mí fue más importante su estímulo.

  • ¿Recuerdas qué o quién te impulsó a pintar y qué edad tenías la primera vez que lo hiciste?


Como ya te he comentado, mi padre fue el “responsable” de mi pasión por la pintura. Eso ocurrió estando en África, o sea que yo debía de tener unos cuatro años. Los colores Alpino, los tuvo que traer la estafeta de suministro, que teníamos con Las Palmas. En Sidi Ifni, las condiciones de vida eran bastante precarias. 

  • ¿Y cuando te decidiste a exponer?


Cuando ocupé el cargo de directora de Artes Plásticas del distrito de Barajas, me pidieron que organizara una exposición colectiva, en una casa de cultura que iba a inaugurar D. Camilo José Cela. Cada pintor tenía que exponer un cuadro. El día de la inauguración, todos los artistas estábamos muy contentos y felices, de que alguien viera nuestro trabajos. Así comprendí que el objetivo de todo artista, es mostrar su obra. La mitad del placer es crear y la otra mitad mostrar. 



  • ¿Entonces, tras esa que comentas, dónde has expuesto con anterioridad?


Tras esa participé en "La belleza del ser" del Centro de Arte de Benalmádena, y al poco tiempo expuse en el restaurante "La Bodega" de Torremolinos, Málaga.

Siguieron la que hice en el Hotel "El Carmen" de  Mijas Costa y 

"Expresiones en tiempo presente" de la Galería Malakarte, también en Málaga.

Muy recientemente también participé en "Trazos andaluces" de Eka & Moore art gallery en Madrid y la primera entrega de
"Sensaciones de momentos" que tuvo lugar en la estupenda Casa de las Tejerinas de Estepona en Málaga. De forma casi simultánea a la actual edición de "Sensaciones de momentos" tiene lugar el 
"Primer salón de primavera 2018" de la Galería Malakarte en el Hotel Romm Mate Larios, Málaga. 

  • ¿Por qué elegiste el nombre de Olbia Lula?


Olbia tiene su origen en un viaje familiar que hicimos a Cerdeña. cuando vi la luz y los colores de Costa Esmeralda, quedé impresionada y decidí tomar su capital como seudónimo. Lo del apellido Lula, fue una broma y ya me quedé con él.

  • ¿Y cual es el motivo por el que se te conoce como "La pintora del agua"?



Cuando retomé mi pasión por la pintura, casi todos mis temas tenían como parte de su contenido el agua. Siempre me he sentido hechizada por sus reflejos, tonos, brillos y profundidades. Me gusta pintar figuras, pero en cuanto puedo, las pongo cerca del agua. Alguien se dio cuenta de eso y me puso el título de “la pintora del agua”.


  • ¿Qué es la luz para ti a la hora de pintar? Si alguna vez te vieras obligada a pintar en otras condiciones de clima y luz ¿Cómo serían tus cuadros?


Por definición, la luz es la parte de la radiación, que percibimos los humano a través del ojo. La variedad de colores que nuestros ojos son capaces de captar, es innumerable. Si además le añadimos las sombras que se producen, los tonos pueden ser infinitos. La búsqueda de esos colores con sus gamas, es la meta de todo pintor impresionista. En cuanto a cómo serían mis cuadros en Finlandia o Suecia: no habría cuadros. 

  • Llama la atención que tus personajes transmiten serenidad y melancolía ¿Te identificas con estos estados anímicos?


En muchas ocasiones. Si veo la imagen de un niño que está disfrutando con sus juegos, me transmite una paz y serenidad que después intento volver a vivir para poder causar el mismo efecto al espectador que mire mi cuadro. A veces lo consigo, a veces no. En cuanto a la melancolía, es algo que también intento transmitir, por la tristeza que me ocasiona haber visto la felicidad en una persona o la belleza de un paisaje, sabiendo que ese momento no volverá.



  • ¿Qué técnicas prefieres a la hora de pintar?


Pincel, veladuras y en ocasiones, paleta.

  • En cuanto a tu estilo, es muy marcado y homogéneo, sobre todo en el tratamiento de las figuras ¿Qué estilo pictórico practicas y por qué este y no otro? 


Casi todos los pintores tienen su estilo propio. Para que un artista lo varíe, tienen que pasar varios años o vivencias traumáticas. Has de tener en cuenta, que lo que pone un pintor sobre el lienzo es parte de su ser, y cada persona es como es. Mi forma de pintar es impresionista, porque así es como yo me sé expresar.

  • Esta exposición es itinerante y comentas que su primera edición tuvo lugar en antigua Casa de las tejerinas de Estepona,  y ahora eliges un castillo... Ambas ediciones entonces en lugares insignes ¿Qué planes tienes para ella en un futuro próximo?


Sí. Estuvo en Estepona en “La casa de las Tejerinas”. Un maravilloso palacete del siglo XVIII. Ahora estoy en el “Castillo de la Duquesa” de Manilva, un monumental fortín del año 1767. Estamos estudiando las condiciones para presentarla en Córdoba y en otros lugares más cercanos.

  • Has llamado a esta muestra "Sensaciones de momentos". Podrías explicar el porqué de ese título?


Porque cada obra es un estímulo visual, que he percibido en un momento determinado. Eso es lo que he intentado expresar en cada lienzo.

  • ¿Qué esperas del arte de pintar, o qué te aporta entregar tus horas al ejercicio de la pintura?


Mis horas de trabajo me aportan paz y serenidad. Consigo abstraerme de todos mis problemas y hasta olvidarme de quién soy. De la pintura, espero que me siga proporcionando la misma armonía espiritual, que me ha proporcionado hasta ahora y poder seguir dejando un poco de mí, en cada uno de mis personajes. 

  • ¿Hasta cuando estará abierta al público tu muestra "Sensaciones de momentos" en el Castillo de la duquesa?


Hasta el día 15 de Abril de este año. Dado que la Concejalía de Cultura de Manilva me han ofrecido otra exposición, si tengo tiempo, prepararé una, para el año que viene o el otro. 

  • Me ha llamado la atención el cuento que habéis expuesto junto a los cuadros y que habla de cómo los personajes que los pueblan, bajan de sus marcos en la soledad de la noche para jugar en la arena del mar ¿Cómo y por qué este cuento? 


Después de mi primera visita al castillo, me sentí admirada por su belleza antigüedad y regias paredes. Esa noche, estando en un duermevela, soñé que ocurría lo escrito en el cuento. Se que es muy infantil, pero ese fue mi sueño. 

  • ¿Qué público crees que puede disfrutar más de esta muestra y de tu obra en general?



Bueno. Yo creo que mi obra, la puede disfrutar todo aquel a quien le guste la pintura. Desde un niño que se sienta atraído por esta forma de expresión, hasta un anciano que le guste.

  • Entonces, Olbia ¿Cuales son tus planes?


Primero, disfrutar de esta exposición que me ha facilitado el Ayuntamiento de Manilva. Después, seguir pintando como hasta ahora, siempre que la salud y el tiempo me lo permitan.

  • Estoy convencida de que ambos estarán encantados de permitirte seguir pintando y exponiendo por mucho tiempo; de ese modo todos los que amamos el arte y la pintura en particular, podremos seguir perdidos en cada una de las expresiones que, desde tus cuadros, nos atrapan... Gracias




Si quieres saber más de Olbia Lula, puedes hacerlo en su dirección de facebook: Olbia Lula Facebook, o bien en su blog: Olbia Lula






























sábado, 3 de marzo de 2018

El viejo y la luna




           
Érase una vez que se era, un castillo en el que vivía una Duquesa. Estaba junto a la playa de los dominios del Rey Manilva. La duquesa y sus soldados defendían el reino, de los ataques de piratas y corsarios procedentes de países sarracenos. Un día, el Rey Manilva le dijo a la Duquesa: “En agradecimiento a tus servicios por defender mi reino y a mis súbditos, te voy a mandar a la pintora de la corte, para que llene las vacías paredes de tus salones y aposentos, de hermosos cuadros, de luminosos colores y de vida propia.”


Olbia Lula

   La pintora se llamaba Olbia Lula. Rauda y veloz se prestó a cumplir la orden de su rey. Dibujó primero y pintó después, los nuevos habitantes “estáticos” del castillo. Colgó sus vivas pinturas en paredes, columnas y todo aquel hueco vacío de vida. 
   La Duquesa quedó tan contenta que le dijo a la pintora: “Para que puedas seguir disfrutando de tu obra, quiero que todas las mañanas desayunes conmigo, después de controlar que tus cuadros están bien.” 
   “Así lo haré contestó la pintora.”
    En Las pinturas de Olbia Lula, se veían algunos paisajes y diferentes personajes. Todos ellos realizando sus quehaceres diarios. 
   A la puesta del sol, nobles y plebeyos se retiraban a sus aposentos, hundiéndose en sus jergones,  y recuperando energías para poder servir al Rey el día siguiente. En el castillo de la Duquesa no era diferente. Al momento en que la oscuridad de la noche, no dejaba ver los árboles ni tampoco su sombra, todo ser viviente en el reino de Manilva, estaba dormido.
   Pero hete aquí que en lontananza, más allá del horizonte del mar, aparecieron unos sutiles rayos de luz. “¿Qué será eso?” se preguntó quedamente un anciano abuelo. Intrigado, esperó unos instantes y al poco, empezó a aparecer, más allá del infinito, lo que asemejaba ser una enorme bola de luz, que inundaba todo de su color rojizo. Era lo que le habían contado que ocurría algunas noches, pero que él nunca había visto, porque a su creadora no le gustaba la oscuridad. En el preciso instante en que esa resplandeciente bola, hubo emergido totalmente del fondo del mar, sus luminosos rayos penetraron por la ventana de uno de los salones del castillo, con tan buena fortuna que fueron a dar en la frente del abuelo. Éste, cerró sus ojos para no deslumbrarse. La luz era tan intensa, que ligero movimiento, no bastó. El abuelo tuvo que desperezarse y hacer un esfuerzo, para taparse los ojos con su sombrero. Fue entonces cuando vio que no estaba solo. Junto a él estaban todos sus amigos y compañeros que, de forma estática, permanecían quietos en sus lienzos. “Ellos también merecen disfrutar de esta maravilla de la naturaleza” pensó el viejo abuelo. Se salió de su lienzo, y uno a uno, fue tocando la frente de todos sus compañeros de viaje. Ese contacto físico era lo que necesitaban, era la diferencia entre el ser y el parecer, era la llave de la vida. Poco a poco todos ellos fueron saliendo de sus lienzos, y siguiendo al viejo salieron del castillo por la ventana de la luz. Juntos anduvieron unos metros, hasta llegar a la playa, donde percibieron el inmenso placer de mojarse los pies, con el agua del mar. Sólo la bailarina le preguntó al viejo: “abuelo ¿qué hago con mis zapatillas de satén rosa?”. “Quítatelas, no vayas a mojarlas” contestó el viejo. La niña que recogía flores, se puso a recoger conchitas. La flor más bonita se sentó en la arena junto al abuelo, con los pies en el agua. Fantasía jugaba con su barquito en la orilla. La chica de aire noble, seguía pensando mientras miraba fijamente como la bola de luz se dirigía  a su cenit. Una adolescente enamorada, intentaba leer poemas de amor, pero no tenía luz suficiente. Una señora muy hacendosa, cosía las costuras de una camisa y de tanto en tanto emitía un ligero “Ay” por haberse pinchado un dedo con la aguja. Cuatro niños intentaron coger su barca, para remar hacia la bola de luz. “No” les dijo el abuelo “eso está más allá de lo que nosotros conocemos, y puede ser peligroso”. Ellos se conformaron y se pusieron a jugar en la playa, con unas bolas de alga marina. Una señora ya adulta, que estaba acostumbrada a disfrutar de la soledad en una playa, al estar en compañía, se subió la única prenda de vestir que llevaba y se la anudó para evitar que cayera. Un pescador, al ver la tranquilidad del mar, pensó “ésta es la mía”. Se metió en el agua hasta las rodillas y lanzó el sedal con toda su fuerza. Otra niña pintora, se sentó en la arena y se puso a pintar garabatos. De esta forma todos los personajes, iban realizando sus quehaceres cotidianos. En la playa disfrutando del mar.

Olbia Lula


   Así iba transcurriendo la noche, hasta que el abuelo vio encender una lumbre en los aposentos del chambelán del castillo. “¡Corred, corred! Tenemos que volver al castillo” dijo el viejo. En menos que tarda el gallo en anunciar el nuevo día, todos ellos estaban en el castillo y enclaustrados en sus lienzos.
   El chambelán, que había oído unos ruidos en los salones, apareció con una candela encendida. La levantó para observar mejor y vio que en el suelo y junto a todas las paredes había regueros de arena. “Estas paredes están muy viejas” dijo en voz alta el chambelán “habrá que avisar al constructor, para que las restaure”. El viejo abuelo que tenía enfrente a la costurera, le guiño un ojo. 


Olbia Lula


Ella le devolvió una sonrisa. Al salir del salón, a la altura del cuadro de una bailarina cansada, el chambelán tropezó con unas zapatillas de satén rosa. “¿Quién se habrá dejado esto aquí? pensó. Tengo que decirle a las doncellas, que ordenen mejor los salones. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


  
De Alejandro Lorenzo

viernes, 2 de marzo de 2018

Lengua y creación en los mitos






                                                         A Daniel Nava

He leído con ardor cuanto mito ha llegado a mis manos y en cada uno el mundo se me ha presentado con sus mejores galas. Todas las civilizaciones se han dado a la tarea de romper el pesado silencio con cuentos que intentan explicar el origen de las cosas. El Sol, la Luna, las estrellas, los ríos, los mares, los dioses, el fuego, y un largo etcétera, son explicados poéticamente a través del lenguaje. 


Imaginemos a un hombre, de tiempo inmemorial, maravillado con la lluvia que riega sus campos y que para agradecer este prodigio construye, gracias a su lengua madre,  un ser extraordinario que señorea sobre la vida y la muerte. Imaginemos que ese hombre, rodeado de los habitantes de su comarca y bajo el candil de una fogata, refiere el relato que construyó con la fuerza expresiva de un poeta. Imaginemos a los habitantes de esa comarca relatando lo que le escucharon proferir cierta noche y levantando un templo y danzando al pie de un colosal Dios esculpido en piedra.
El poeta eleva el lenguaje y lo entrega. Elevarlo y entregarlo – a todos – es su labor. Decir esto, es como decir que hay verdades subjetivas que son descifradas para recrearlas en el arte. Ciudades como el Vaticano, la Meca o Jerusalén fueron construidas con el ímpetu de los cielos que el hombre desea alcanzar y son ejemplos irrefutables de lo que afirmo.  
Ahora bien, ¿quién puede negar que la cima del Auyantepuy – como aseveran los pemones – es el hogar de Tramán-Chitá, el ser supremo del mal, cuando sabemos que una montaña temible puede albergar fácilmente a un Dios temible o que el Chimborazo tiene algo que incita a cantarle? ¿Quién puede contradecir a los mayas por pensar que la palabra y su eco crearon desde la hormiga hasta el volcán que una vez despertó para destruir Pompeya o a los incas por creer que el oro es la sangre del Sol? ¿Quién puede ignorar que a veces es conveniente que la poesía suplante a la razón?
La Biblia cuenta, en el Génesis, que provenimos de un primer hombre llamado Adán y de una primera mujer llamada Eva, pero El Banquete de Platón refiere que eran tres los géneros humanos: uno masculino que descendía del Sol, el femenino de la Tierra y el andrógino, que participaba de ambos sexos, de la Luna. Estos relatos intentan revelar, por medio de la belleza, aspectos de una especie que entiende perfectamente el lenguaje de la belleza.   
 He pensado, gracias a mis lecturas, que así como el molino depende de su eje y las sombras de la luz… dependemos de los mitos para intentar desentrañar los misterios; en ellos encontramos un puñado de magia para hacerle frente a lo que la lógica por sí misma no puede explicar y la garantía de que las palabras sostienen el universo.  

Francisco José Aguiar